En temas de liderazgo quizá todos hemos caído en la trampa de sentirnos más listos que otros. Cuando estás seguro de que sabes y dominas un tema, tus actitudes y forma de reaccionar ante lo que tu sientes que conoces a la perfección, pueden caer en la intolerancia con otros. Sentirte más listo que otros, no ayuda a construir relaciones exitosas.
Cuando tu ya tienes los conocimientos, el siguiente paso, es apoyarte en eso para tener y proyectar liderazgo. Tener miedo a que otros puedan saber más que tú, es solo muestra de inseguridad. Cuando tus comentarios hacen sentir mal a los demás, no sólo puede hacer que tu equipo no rinda de la mejor forma, sino que ante los ojos de tus colegas y jefes, parezca que careces de habilidades para desarrollarte positivamente en tu equipo.
Un buen liderazgo requiere de que cuando llegues a niveles altos, te van a medir por lo que tu equipo hace y por la eficiencia con que lo logres. Sentirte amenazado demostrando que sabes, e imponer tus reglas para que seas sólo tú quién puede actuar o decidir, es característica de un líder disminuidor (término del libro de Liz Weismann Multipliers). Un multiplicador, por el contrario, sabe que no puede saber de todo y por eso se va a rodear de personas que sepan más en ciertos temas. Así pues, en su puesto de liderazgo, su habilidad de comunicarse de forma asertiva y de ser incluyente, provocará que todas las personas se sientan cómodas y depositen sus recursos y lo que saben hacer bien en los proyectos que asigna.
Quieres un aumento de sueldo quieres que te promuevan a un mejor nivel, actúa entonces en equipo y por el equipo. Permite que otros hablen, que otros participen y maneja tu inteligencia emocional a tu favor. Para esto, tienes que reconocer que tu actitud y tu comunicación, depende de ti, hacer que otros no solo lo vean, lo reconozcan. En temas de liderazgo, el mejor no es el que mas grita o se impone, por el contrario, es el que más escucha y deja a otros actuar. ¿Tu cómo lo haces?
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