El reto de presentar en otro idioma.

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Imagínense que de pronto te dan 2 minutos para hacer una presentación frente a un grupo de total desconocidos y aparte en otro idioma.  Hace unas semanas tuve la fortuna de ir al curso de “Communciations Excellence” en la Universidad de Berkeley.   Uno de los primeros ejercicios fue pararme frente a un grupo de 25 desconocidos, todos de diferentes nacionalidades. Unos americanos, franceses e indios frente a los cuales debí improvisar con un tema en inglés.

En ese momento, yo que suelo hablar en público bastante seguido, me vi frente a estas personas con nervios. Tenía que de forma clara y bien articulada exponer un tema en tan sólo dos minutos. El grado de dificultad subió cuando tenía que ser inglés. En ese momento estaba plenamente consciente de que tenía que hacer un esfuerzo mayor para usar las palabras correctas. Debía articular y pronunciar adecuadamente la frase para que mi público pudiera entender.

Sentía claramente el calor invadir mi cuerpo y cómo empezaba a sudar. De pronto mi voz sonaba a la de otra persona.  Al terminar esta breve exposición me di cuenta que sentí que había corrido un maratón de 10 km y ni cuenta me di cómo lo hice.

¿Me pasa solo a mí?

Esto que me paso a mí le pasa a muchas personas en un día normal al pararse a hablar en público. Es algo en lo que se puede trabajar y que se puede perfeccionar.  Fueron tres los intentos, cada vez que pasaba al frente, había sugerencia de los coaches para mejorar mi discurso. Nadie criticaba el acento o las palabras que usaba. La intención era crear una conexión emocional con el equipo y convencerlos de que lo que tenía que decir les tenía que interesar.

El arte de presentar para mí es relacionado a un gimnasio. La primera vez en tu vida que vas te dicen que debes pararte derecho, sumir la panza, apretar las pompis y hacer el movimiento en cuestión.  Cuando estiras la espalda, seguro sacaste la panza y se enchuecó todo el asunto. Con práctica y con conciencia se va mejorando hasta que llega el día en que lo haces de forma inconsciente y correctamente sin esfuerzo.

Así pues, pasa en temas de presentaciones. Articular todas las palabras correctamente, sin prisas, respirando, sintiéndote cómodo en tu cuerpo. Sabiendo que se respira por el estómago, que sueltas la quijada y que tus movimientos son contenidos. Una vez que dominas esta postura, ahora es momento de concentrarte en la estructura y contenido de tu presentación. Qué tienes que ofrecer, con quién tienes que conectar y por qué deben escucharte. Contar historias, y crear una conexión emocional es lo que va a lograr que otros se sientan interesados en tu mensaje y que provoques una reacción.

Ahora que si lo tienes que hacer en inglés tu grado de concentración es más alto. Una conversación se puede sostener perfectamente en un idioma que dominas. Sin embargo, hacer una presentación ya requiere de utilizar las palabras que le den diversidad y vida a tu comunicación. Ello para que no sea monótona y provoque interés.

¿Cómo consigo el arte de presentar en otro idioma?

Como todo, es cuestión de práctica. En cuanto a los nervios, una vez que detectas que tu acento no es el más marcado de toda la comunidad que está ahí, y que nadie se guía por tu pronunciación sino por lo que tienes que decir, el nervio se va difuminando hasta el momento en el que te la pasas bien, te sientes cómodo con tu mensaje y logras impactar en otros con lo que quieres decir.

Presentar es una arte que define tu liderazgo y te posiciona con fuerza. No olvides que hay herramientas que te permiten perfeccionarlo para crear historias que emocionan, que venden y que atrapan a quien te escucha.

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