El día numero 34 de encierro amaneció igual que los anteriores.   La misma hora a meditar, hacer ejercicio virtual, y arrancar el día con una sesión de grupo para directores de una empresa transnacional.   De pronto, se me ocurre hacer con una de mis fotos, un post para IG que lo tengo medio abandonado porque estoy en reinvención de marca.   Al fin me faltaban un par de horas para la sesión y tenía tiempo.

Me pongo a buscar la carpeta de “Mis Imágenes” y no la encuentro. Pongo en el buscador y no aparece.  En mi angustia, le pedí ayuda a mi hijo,   ya llevaba yo como una hora en el intento y estaba a punto de comenzar mi sesión.   Me dice: “Seguro la borraste por error, no aparece”.   En ese instante me acordé que la tenía compartida en Drive con la agencia de marketing.  Decidí tranquilizarme, pero ya para entonces, mi mente se sentía saturada de tanto concentrarme en buscarla.

El cambio de aplicación virtual.

Unas horas antes, recibí un  link para  conectarme con otra aplicación de juntas virtuales, porque Zoom estaba prohibido en la empresa con la que iba a hacer la sesión por temas de seguridad.   Me meto antes de tiempo a hacer pruebas y me doy cuenta que no puedo usar mi fondo virtual.   Me decepcioné un poco porque con este me ayuda a que no se vea mi cuarto.   En pocos minutos tenía que buscar un lugar donde no se viera mi cama.   Mi mente empezaba a acumular más estrés por la frustración de lo que no estaba fluyendo.   De todos modos, me hice a la idea de que todo iba a salir bien.

El internet estaba jugando chueco conmigo.   (¿Quién no ha sufrido de mal internet en este encierro?). Hoy no era el día que tenía que hacerme esa mala jugada porque era muy importante conectar con este grupo por primera vez.  Además, no podía llegar con mala energía porque eso se nota y la idea era transmitir buena vibra para influir con mi mensaje.  De pronto, a la mitad de la sesión, cuando todo iba bien, aparece un mensaje en mi computadora que decía “Falta de almacenamiento: Cerrar mensaje, Administrar”.  Lo leí y pensé que colgando iba a revisar lo que pasaba cuando de pronto:

¡No saben lo que pasó!

Aparece otro mensaje diciendo que estaba cerrando automáticamente las aplicaciones.  Una a una, vi cómo se cerró Spotify, luego el Finder, y seguía el app de las juntas virtuales.   Me dio un ataque de pánico.  No podía salirme así sin decir nada al grupo y además estaba a la mitad de mi mejor mensaje de cómo tener mentalidad positiva. Finalmente no sé que hice pero quedó abierta y terminé mi sesión, según yo con buena energía.

Al terminar la sesión, me pongo a revisar qué pasaba y empiezo como con el closet, a borrar y tirar archivos y aplicaciones que no servían.   Empecé con las de mayor tamaño y aparecieron un sinfín de videos, de esos que nunca borré cuando hacia pruebas para mi canal de youtube o para mis webinars.   De pronto aparecen dos videos muy recientes, que mi agencia de marketing me dijo que ya los había descargado y decidí borrarlos.   De la cámara dónde los grabé los había borrado un día anterior porque no me dejaba grabar por falta de memoria.   No había más videos, al fin según yo ya los había descargado la agencia.   Así como telepatía, me mandan un mensaje, ¿puedes reenviarnos los videos porque no los pudimos descargar completamente?  Obvio, me puse a buscar en la nube, en la papelera, en los videos borrados recientes de mi teléfono, nada.. borrados.

El FB Live

Mi cerebro parecía que crecía más y más, como si se hubiera indigestado de tanta comida, pero mi día no acababa, tenía una sesión con una de mis clientas para coaching y mas tarde tenía mi sesión de FB Live “Un Respiro” con Wendy Crespi.   Al conectarse mi clienta por zoom, su voz era de robot, intentamos con solo audio, no le entendía nada.  Decidimos intentar por whastsapp video, no le escuchaba.  Entonces le marqué por teléfono, nos conectamos en zoom para que me pudiera ver y no se sintiera tan abandonada y la grabé con notas de voz.

Al terminar la sesión, le quise mandar la grabación, y para mi sorpresa, se quedaba atorada al minuto 2.3.  Se veía que estaba todo grabado pero no avanzaba.  Cuando intenté  buscar la grabación de zoom, toda el sonido estaba en mute.   No había grabación para el día de hoy.   ¿Qué más me podía pasar?

Mientras preparo todo para la sesión live, decido grabar los videos que me pidió la agencia.  ¡Frustrante! Después del intento 99 logré uno.  Me trababa, se me iba la idea, sentía un bloqueo mental y no sabía qué decir.

Por fin termino y comienzo a conectarme para la sesión de FB LIVE, después de varios intentos de conectar con zoom, lo logramos. La idea era grabarlo para subirlo aun podcast, pero con los intentos de conectar, olvidé presionar el botón.

Resiliencia

Así pues, hoy me salí tecnológicamente todo mal.   Es el final del día, y si tengo cabeza  para escribir, es porque si no seguro mañana que se me desinflame el cerebro, se me olvida.   Hoy fue un día de crisis bajo la gran crisis que estamos viviendo.   Quizá son temas no tan graves, pero me puse a pensar, qué hubiera pasado si hubiera permitido que estas emociones hubieran controlado mi estado de ánimo.

¿Hubiera encontrado soluciones a todo lo que pasó o me hubiera ido a una esquina a sufrirlo amargamente a echarle la culpa, seguramente a este encierro y falta de conexión?

Terminé con un poco de dolor de espalda de estar concentrada buscando archivos y grabando.  Y adicional a un dolor de cabeza, entendí que estas cosas van a pasar en el encierro, y a veces todas al mismo tiempo.   Lo que sí depende de mi, es darle la vuelta y pasarla bien, y sobre todo rescatar lo bueno de hoy.

Conecté con muchas personas nuevas,  compartí  con convicción lo que creo que nos va a sacar con éxito de esta crisis.  Tuve la sensación de que pude influir en más personas, y de reflexionar que así como el coronavirus, hay otros retos mas grandes o mas chicos que siempre se nos van a presentar.   Lo que sí depende de uno, es encontrar formas innovadoras de salir adelante, con creatividad y sobre todo intentar pasarla bien.