El mundo entero está desconectado.   Hemos tenido que aterrizar forzadamente, como un avión en apuros y darnos cuenta que la mayoría del tiempo estamos actuando en automático.  Tu camino de transformación comienza  estando presente.  Se oye fácil pero hay que hacer algo primero para lograrlo:    Aprender a reconocer como nos sentimos nosotros primero .

Les cuento cómo lo veo yo desde mi percepción.   La mayoría de los ejecutivos de alto nivel exitosos, bueno y quizá a todos los niveles, olvidan tomar el tiempo necesario para sentir a otros.  Su tendencia, que es lo que el mundo estaba acostumbrado, es entregar resultados a como dé lugar.   Tomar el tiempo necesario para reconocer a otros, era inexplicable, eso quita tiempo y normalmente la prisa es por actuar para alcanzar la meta. Su presencia ejecutiva es débil.

Las personas que están haciendo conciencia de esta situación están viendo que funciona. Reconocen que es un camino de transformación personal.   Empiezan a reconocer que para influir en otros, es importante sentirlos y reconocerlos en presencia plena, (digamos que aquí es la diferencia entre hacer y estar). Estas personas son los que logran impactar con su presencia ejecutiva y lograr mover a sus equipos hacia un bien común.

Por el contrario, esto no funciona tan fácil cuando estas personas no le dedican tiempo a tener consciencia de si mismos.    Seguramente pensarán que esto los hace vulnerables. Así es, y para muchos ser vulnerable es debilidad (si escuchaste la plática de TED de Brené Brown, sabrás que esto no es verdad).

Cuando la gente reconoce que tomar el tiempo para reflexionar cómo se sienten, es cuando sin juicios sobre estás emociones, tienen una visión más amplia de lo que tienen alrededor.  Es como ampliar el ancho de banda de tu visión.

Primero que nada, reconocen que la empatía viene desde un lugar de compasión y no solamente con un “te entiendo”  sino “estoy contigo”. Por qué si o no, cuando hablas con los departamentos de telemarketing de la mayoría de las instituciones que ofrecen servicios, así los entrenan, a decir “Le entiendo” y claramente tu puedes dar cuenta que es en automático, que ni siquiera sienten tantita compasión de lo que estás pasando.

Este es un claro ejemplo de cómo actúan sin estar presentes.   Sin sentir. Ahora si lo llevamos a un nivel de mas alto liderazgo, hoy que estamos enfrentando situaciones complicadas no solo con los equipos, sino con la familia, dejar de tener esta nivel de sensibilidad para otros, inhibe la energía que hace que haya colaboración y que las cosas sucedan.   Imagino al director pidiendo resultados, acciones, que ejecuten y olvidan por completo reconocer lo difícil que puede ser esa acción y lo que implica para otros realizarla.

En muchos procesos está visto como “Mindfullness”. Reconocer el impacto de lo que dices y haces en otros.  Es un proceso que viene de la mente, y por ende es un pensamiento, no un sentimiento.  Y aunque es un buen paso por donde empezar, el siguiente trabajo, de más profundidad y más poderoso, es aprender a reconocer como te sientes, y no juzgar ni tratar de resolverlo.

Aquí es dónde empieza un camino de transformación, porque estás presente desde tu vulnerabilidad y permite tener la sensibilidad de sentir a otros.