Anécdotas de etiqueta.

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Este fin de semana estuve fuera del país por cuestiones familiares. Durante esos días, nos encontramos con diversas situaciones de etiqueta que me parecieron temas importantes que describir en mis blogs.

Un día fuimos  a cenar a un restaurante que las mesas estaban muy juntas una de la otra y nos tocó que se sentaron dos hombres en la mesa inmediatamente a un lado de la nuestra. Desde el momento en que llegaron empezaron a hablar muy fuerte y toda su conversación era con groserías.

Cuando se acercó el mesero con sus vasos de agua y a tomarles la orden, uno de ellos manoteando, provocó que el vaso se cayera al piso y se rompiera.  En el transcurso en que el mesero recogía el desastre que provocó, ello seguían hablando bastante fuerte y reían y gritaban repitiendo groserías.  El lugar era bastante concurrido y se oía mucho ruido, por lo que era molesto sólo para las mesas que estábamos justo a un lado de ellos.

Estuvimos batallando un poco para tener una conversación en nuestra mesa hasta que logramos que nos recorrieran un lugar, suficiente para que ya no fuera tan molesto.

Si estás en un lugar público, es importante considerar que hay mas gente alrededor. Las reglas de etiqueta son básicas para la convivencia y el respeto a los otros. Así como es molesto masticar con la boca abierta, poner los codos en la mesa, hacer ruidos al tomar una bebida; hablar gritando y con groserías, es todavía peor.

Si todos procuramos ser prudentes en lugares públicos y consideramos que hay más personas alrededor, la convivencia se hace más fácil y todos la pasan bien. Arruinar la experiencia de los vecinos por que no fuiste considerado, no habla muy bien de ti, y aunque no los conozcas, piensa que tu puedes ser ese al que no dejen convivir en paz cuando estás tratando de disfrutar. La próxima vez que consideremos pasarla bien y gritar o reír demasiado fuerte, hay que pensar que podemos molestar a los que están a un lado.

Estamos perdiendo la civilidad en dónde nos volvemos egoístas y solo importa lo bien que yo la paso o lo cómodo que yo estoy y otros no importan. En los viajes en avión, si vas con tus hijos pequeños, aunque sean muy chicos, puedes irlos educando a ser respetuosos con los que viajan alrededor.  No hay nada más molesto que ir en un vuelo largo y que un niño vaya pateando el asiento delantero cuando tu eres quién va en ese lugar.  Las veces que sean necesarias, uno tiene que decirle a los hijos, que si patean el asiento de adelante, molestan a los pasajeros que van ahí. Te aseguro que lo recordarán siempre y tendrán cuidado de no hacerlo en el futuro.

En este viaje me tocó a mi, y después de un buen rato me atreví a voltear con el papá y de buena forma le pedí que si le pedía a su hijo que tuviera cuidado con el asiento y me contestó qué “Ya le dije y no puedo hacer más”. No se trata de hacer el intento, se trata de pensar qué pasaría si fueras tú el que va en ese asiento.

Había una familia grande con 5 o 6 niños viajando en el avión y en lugar de que sus papás les pidieran que estuvieran callados o que no hicieran mucho relajo pues había otras personas alrededor, fomentaban un poco el alboroto.  Una de las personas que viajaba conmigo sufrió todo el viaje, pues no pudo estar un momento en paz.

En estos casos, mi sugerencia es, que de forma asertiva le puedes sugerir a la aeromoza que si les pide que guarden silencio.  De esta forma, no te enfrentas con  un pasajero directamente, y los empleados de la aerolínea, tienen la suficiente autoridad para controlarlo.

Estos son algunas de las situaciones por las que pasamos, aunque tengo más historias que contar. Si todos contribuimos con nuestro buen comportamiento a mejorar la civilidad, aunque sea en otros países, hacemos la convivencia para otros y para nosotros mismos, mucho más cordial. Intentemos entonces mejorar cómo actuamos en los viajes. ¿Tienes una historia que contarme parecida?  Ponme tu comentario y comparte lo que te pasó.

Foto “© [iofoto] / [PhotoXpress]

Ale Marroquín, es consultor en imagen y protocolo de negocios. Certificada por la Asociación Internacional de Consultores en Imagen (AICI) como FLC (First Level Certificate). Con casi 20 años de experiencia en áreas de ventas y relaciones con clientes, Ale Marroquín, asesora a las personas para transformar sus habilidades en áreas de comunicación, liderazgo, comportamiento, actitud y apariencia profesional. ¡Transformando la imagen y comunicación en las personas! www.alemarroquin.com

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