Cuando Viajo en Avión, ¿Soy Invisible?

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Uno de estos fines de semana que dan puentes en los lunes, decidimos viajar mi familia y yo a ver a los abuelos.  Mis hijos emocionados, subieron al avión y se sentaron ansiosos a que el avión despegara. Los aviones siempre tardan en lo que te subes, asignan lugares y acomodan las maletas. Mientras el avión despegaba, podíamos escuchar claramente la conversación entre dos hombres que venían en los asientos de atrás.

Claramente comentaban sus puestos, lo que habían logrado y hecho en el pasado cuando habían trabajado en el gobierno. Uno decía que al haber sido secretario general de cierta dependencia de gobierno, tenía derecho a usar unos campos de fútbol los fines de semana, dónde organizaban juegos deportivos entre familiares. Lo mejor de todo era cómo hasta se llevaban el asador y podían hacer comidas ahí. Parecía cómo si estuvieran solos y nadie más los pudiera escuchar.

Siempre es incómodo oir las conversaciones ajenas en voz alta, pero sobre todo cuando hablan de montos en dinero, o beneficios y logros que han tenido por tener altos puestos. La gente de alrededor no tiene por que enterarse de lo que han conseguido o no, además, el hablar tan fuerte no es respeto para el resto de los viajeros.

Hay varios temas que es mejor no mencionar en voz alta. Hablar de dinero, montos o operaciones monetarias, lo importante que es tu puesto y transacciones de negocios, refleja falta de etiqueta y civilidad. Las personas que tienen que demostrar que están involucradas en negociaciones exitosas y de dinero no demuestran que son profesionales. Es mejor ser cauteloso, discreto y eso habla mejor de qué tipo de persona eres. Hay un dicho que dice “Dime de qué presumes y te diré de que careces”.

No sabes quién está sentado en frente, atrás o a un lado que pueda escuchar y tomar esta información en tu contra.  Cuando no pude con la curiosidad y disimuladamente giré a ver quién era quien estaba sosteniendo esa plática, me di cuenta que peor aun, había una persona en medio de los asientos que no estaba involucrada en la plática. Las dos personas de las orillas, seguían comentando mientras él estaba en medio, inmóvil teniendo que escuchar la conversación.  Lo más civil, hubiera sido que le pidieran intercambiar el asiento para poder seguir platicando entre ellos, sin invadir su espacio personal.

El viaje para esta persona, fue incomodo hasta que los ruidos del motor al despegar impidieron la plática. Todo después de que la mitad del avión, pudimos escuchar los altos mandos a los que se dedicaron estas personas a lo largo de su vida. ¿Era Necesario?

Foto “© [pressmaster] / [PhotoXpress]

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