Mi viaje a Turquía y las lecciones de liderazgo que aprendí.

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En estas vacaciones tuve la fortuna de viajar con mi hija, las dos solas por Turquía. Al principio teníamos el nervio de ir solas a un país que no conocíamos y que de pronto escuchas que puede ser peligroso para la mujer.

Primera lección es que eso no es verdad. Por lo menos en nuestra experiencia fue como viajar en cualquier lado. Tienes que estar alerta y tener cuidado, estar al pendiente y preparado.  Sobre todo porque la mayoría de la gente no habla inglés. Mucho menos español. Su idioma, el turco, es muy difícil de comprender. Entonces tampoco hace sencillo moverte si no tienes más información.

Pasa lo mismo en materia de liderazgo. Si no estás preparado y no te aseguras de lo que puedes esperar de un proyecto, si no hay buena comunicación, esto puede impedir que obtengas el resultado esperado. Cuando parece que tu colega habla otro idioma, pues tienes que esforzarte para tratar de entender lo que está diciendo.

No asumir es una regla de oro.

Comentaba con mi hija cómo llegas predispuesto. Llegas asumiendo ciertas cosas que te han comentado, sobre todo en el tema de la religión musulmana y el misterio que hay detrás de la mujer que tiene que llevar una burka para cubrir su cabeza. Resulta que aprendimos que Turquía es una república laica. Cuando el presidente Ataturk tomó riendas en el gobierno, liberó a las mujeres de tener que usar la burka si no deseaban hacerlo.

Ahora, hay mujeres que son muy religiosas, y deciden seguir usándo la burka. Sin embargo, hay otra gran parte de estas mujeres que han decidido no usarla.  El 99% de la población es musulmana. Ves por las calles a muchas mujeres turcas, que trabajan y que andan con la cabeza descubierta. Este es el caso de nuestra guía, que está feliz de poder trabajar, que decidió no necesario usarla y que siente esta libertad y poder como mujer profesional. Todo esto sin faltar al respeto a su religión.

Cuando llegas y entiendes todo lo que ha evolucionado este país alrededor de la mujer y los derechos que se les dan, aún cuando no sea 100% equitativo el término de género, (pero bueno ¿qué país si lo es?)  te das cuenta que llegas en ocasiones predispuesto a esperar algo de las personas y te das cuenta que realmente no es como pensabas. Ves que si le dedicas un poco más de tiempo a entender lo que hay detrás, logras un nivel de empatía y compasión por la otra persona.

Esta reflexión la llevaría en lo profesional para hacer que tu liderazgo se vea fortalecido. No porque no conozcas algo, significa que tenga que estar mal. Solo es diferente. Si no te tomas el tiempo de entenderlo, quizá nuble tu juicio para tomar decisiones. Asumir antes de tener la mayor información es un gran error en lo profesional y en tu liderazgo.

La humildad y generosidad, fortalece relaciones.

En los lugares que visitamos, ya fuera una tienda en el mercado de especias o el Gran Bazar, o un lugar dónde venden tapetes o hacen cerámica, están dispuestos a explicarte lo que hay detrás de sus procesos. Todo siempre acompañado con una tasa de café turco o  té, que ellos le llaman CHAI. A veces era el té normal (té negro) o a veces era de manzana. En otros lugares era de granada. Todos te ofrecen algo de tomar mientras ves sus productos, y aunque es sin compromiso, mi hija y yo estuvimos seguras que eso hacía que tuviéramos una mayor intención en dedicarles tiempo para sus explicaciones.

Ser generoso con otros fortalece relaciones. Es tener la humildad de reconocer que aunque seas generoso, no siempre tendrá que ser recíproco. Esto va fortaleciendo tu autenticidad como líder. Tus intenciones son notorias, y vas creando una reputación. No puedo negar que había lugares donde se volvía invasivo el tema y no querías ni voltear a ver nada en los aparadores porque se acercaban a pedirte que entraras a sus tiendas.

Como diría Jeffrey Gittomer “A la gente no le gusta que le vendas, pero les encanta comprar.” Hubo ocasiones que no aceptamos tomar un té porque no queríamos ya generar el compromiso. Aun así, los que se demostraron más auténticamente generosos, y que al irnos sin comprar nada, agradecían con sinceridad nuestra visita, te hacen ver la realidad de lo que es alguien que hace bien su trabajo. Porque es lo que lo define, y que sabe que no siempre tendrán los resultados esperados, pero que hay que seguir intentándolo.

Preguntar, preguntar y preguntar

En lo profesional, las preguntas bien formuladas son la base del éxito en lo que emprendes. Aprendimos mucho sobre la comida turca, que puede ser de estilo mediterráneo y árabe. Es diferente y así nos lo hicieron ver. Comen muchas aceitunas, de todo tipo, y los platillos típicos son los kebab. Estos son brochetas con verduras y carne, cordero o pollo. De entrada, te dan a probar humus, berenjena en diferentes modalidades, jocoque, ensalada de zanahoria y col.

Probamos un guisado de carne que se llama Goulash. Lo suelen servir en una pequeña olla tapado con pan que también le pueden llamar kebab en cerámica. Las hamburguesas de carne y las hojas de parra rellenas de carne y arroz.  Probamos las pachangas, que es como una empanada de hojaldre rellena de queso. No me pregunten cuántos kilos subimos, porque no me he querido subir a la báscula. La comida es muy buena, pero tuvimos que preguntar muchas veces para entender qué era lo que estábamos probando.  Todo para aprender y por entender qué era lo que estábamos comiendo.

En un restaurante, nos sirvieron un plato hondo con hielo y unas semillas verdes enterradas entre el hielo. Pensábamos que eran aceitunas, y cuando lo intentamos probar eran duras. Creímos que eran de adorno y hasta que no le preguntamos al mesero nos dijo que eran almendras crudas. Estaban muy ricas, y nos reíamos de pensar que no sabíamos si eran aceitunas o adornos.

Preguntar es la base para llegar a las respuestas, para tener conocimiento y para entender lo que hay detrás de cada persona y sus intenciones. Si no preguntas, te adelantas a dar soluciones y resolver. Esto debilita tu liderazgo y sobre todo tu conocimiento. No saber por qué la gente actúa de una u otra forma impide tener flexibilidad en tu criterio y reconocer que puede haber otras formas de enfrentar retos y soluciones.

Hay que preguntar, preguntar y preguntar y te darás cuenta de cómo esto empodera tu liderazgo.

Así que…

Al final, vuelvo a re afirmar, el poder y conocimiento que da viajar. Viajar es una forma de fortalecer tu criterio. Es una manera de aprender que hay otras culturas, otras costumbres, de enriquecerte como persona. De entender tu visión de cómo ves las cosas y cómo puede cambiar tu perspectiva de cuando tienes más información.

Viajar te ayuda a entender  otras culturas y otras perspectivas, diferentes costumbres,  y esto te da criterio y flexibilidad, como  para entender y atender la diversidad. Te enseña cómo ser empático y compasivo, cómo aprender de otras culturas y que lo que tú crees que ves no siempre es lo que hay detrás de algo. Viaja para educarte, para aprender, para entender, y aunque no te gusta, en los viajes vas a ver de todo.

Viajar a Turquía nos abrió el panorama de la vida, de la visión para entender más a otras personas y a reconocer diferentes estilos de liderazgo que puede observar en su día a día.

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