Cortocircuito comunicacional con un millennial

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Hace poco tuve la oportunidad de tener comunicación cercana con un millennial. Nunca pensé que me fuera a sentir desconectada al hablar de negocios con alguien de mucho menor edad que yo. Teniendo dos hijos de 17 y 15 pues no pensé que pudiera ser un tema.   Quizá pensando que la voz de la experiencia la tenía yo por doblarle la edad, algo de autoridad podría generar. En esta ocasión, él tenía la respuesta a mi problema. Sabía mucho más del tema que yo, y yo necesitaba de su respuesta para encontrar una solución.

Estaba muy equivocada. No solo no alcanzaba la velocidad de pensamiento de este joven de 25 años. Él se estaba enfocando hacia otro tema que no estaba siendo dirigida hacia las soluciones que yo quería oír.  Aquí empezó un bloqueo mental mío. No entendía nada de lo que estaba diciendo y el tiempo era valioso. Había que encarrilarlo de nuevo hacia donde yo quería mi mensaje.  Ahora ¿cómo decirlo de buena forma, sin ser brusco, sin ponerlo a la defensiva, sin que se note que no está clara la información?

¿Te has encontrado en una situación así? Donde hay un gap generacional entre tú y otra persona, y la comunicación está siendo un factor sensible y relevante para llegar a objetivos. Pues aquí te preguntarás cómo te puedes comunicar y provocar influencia o persuadir al otro de ir hacia dónde quieres llegar.

Mi recomendación es la siguiente:

Aunque para generar conexión y empatía lo mejor es escuchar, hay momentos en que, sutilmente, puedes intervenir haciendo preguntas.  Una pregunta es tan poderosa, que no solo te empodera porque ahora tienes mas información, sino que también hace que puedas guiar a la persona que es tu interlocutor. Puedes, sin importar la edad, guiarlo a que conteste y se siga en el carril adecuado que es el que tú quieres que siga.

Cuando sientes que se desvía la información, el detalle es muy robusto o que claramente no están contestando lo que tú quieres, hacer una pregunta que los vuelva a encarrilar permite que seas tú quien lleve el mando. Así esto se logra sin llevar la contra. Tampoco sin imponerte, y sin hacerle ver que o no estás entendiendo lo que te dice o qué se está desviando de tema.

Eso intenté hacer en esta ocasión. Al hacerle preguntas más puntuales sobre los aspectos que realmente quería yo escuchar, por lo menos se volvió más ágil la conversación. El centro de la discusión fue más conciso y puntual para resolver lo que realmente era importante.

Sobre todo, evita llevar la contra. Evita hacer etiquetas como “No estás entendiendo lo que yo quiero ” “ o “claramente no sabes de lo que estoy hablando.” Esto pone a la gente a la defensiva y si lo que necesitas es tener información no quieres bloquear a la otra persona. Más aún cuando es quien tiene la solución a tu problema.

¿Estás del otro lado de la comunicación?

Si tú eres ese joven que tiene un montón de información en tu cabeza y quieres compartir todo lo que sabes con alguien que no tiene tu nivel de expertise en el tema. Alguien que quizá generacionalmente sea mayor.   Si además estás leyendo esta publicación, ponte en los zapatos de la otra persona. No todo mundo tiene la misma habilidad que tú de absorber los datos con facilidad. Sobre todo en temas de cierto nivel de dificultad o técnicos. Intenta poner ejemplos. Toma pausas entre tus ideas para asegurarte que lo que dices está siendo captado y ten paciencia.  Esto permitirá que generes una mayor presencia ejecutiva, proyectes mayor liderazgo, y te hagas de una persona de influencia que te puede abrir otros caminos que tú no puedas lograr.

 

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